lunes, 4 de enero de 2010

Día 4 - Noviembre 19: El Paso Drake

A medida que vamos dejando las protectoras aguas de Canal Beagle, el leve e inicialmente casi imperceptible movimiento de lado a lado del barco, comienza a hacerse más pronunciado mientras nos adentramos en el Paso Drake, las turbulentas aguas en las que los océano Pacífico y Atlántico se unen. En poco tiempo, la Tierra del Fuego se pone a nuestra popa mientras nosotros vamos hacia el Sur. Muchos barcos se han perdido en esta tormentosa región. Incluso el Capitán James Cook, uno de los primeros navegantes y exploradores en el mundo, le temía a las aguas de esta región, y solo porque estamos a bordo de un barco de 320 pies (97.536 metros) con refuerzo rompehielo, equipado con toda clase de dispositivos de asistencia de navegación electrónica y sistemas de comunicaciones, no significa que estamos libres de todo peligro.


Y una vez que atravesemos el Paso Drake, ojalá sanos y salvos, tampoco será un viaje seguro. En ese momento, el peligro será el hielo. Áreas de flotantes de hielo que se mueven con las corrientes marinas pueden encerrar y atrapar el barco como si fueran placas de hierro. Solo hoy, a través del radio del barco, recibimos la noticia de que más al sur, el Kapitan Klevnikov, un barco rompe hielo construido en Finlandia en 1981, escapó de una prisión de hielo, después de diez días de estar atrapado, e hizo un viaje seguro a aguas abiertas. Este, definitivamente no es un lugar para tomar las cosas a la ligera y aún nuestro paso por aquí, en condiciones relativamente tranquilas, tiene a nuestro barco enfrentándose con vientos entre 35 y 45 nudos (74 Km/h), con un oleaje de 3 a 5 metros en promedio.



En este punto, varios de nuestros miembros de equipo están en cama por el mareo. Y también varias han sido las medidas preventivas que se han tomado en contra de este mal producido por viajar en aguas abiertas, desde parches que se pueden ver detrás de la oreja de varios pasajeros, pasando por las tradicionales píldoras, hasta métodos medicinales más esotéricos como brazaletes de acupuntura y dulces de jengibre. Uno de los efectos colaterales de los parches y las píldoras es la somnolencia, y por esto, el barco ha empezado a lucir desierto durante el día ya que muchos de los expedicionarios inevitablemente se retiran a dormir largas horas en sus camarotes.

Sin embargo, para los sobrevivientes y para aquellos a quienes las náuseas aún les permiten ponerse de pie, el tiempo que pasamos en el barco no es perdido. En nuestro pequeño, frágil y full equipado mundo a bordo del M/V Clipper Adventurer, lazos de amistad empiezan a fortalecerse durante las numerosas discusiones informales y ha habido un número de conferencias dictadas por Robert Swan y su equipo 2041, incluyendo las primeras series del Leadership on the Edge Programme que relata la historia de este explorador polar y su aventuras previas y durante la realización de su primera expedición al Polo Sur en la Antártida y al Polo Norte en el Circulo Polar Ártico. También hemos tenido la oportunidad de ver algunos documentales sobre el Sir Ernest Shackleton, un famoso explorador cuyo liderazgo salvó la vida de su tripulación en su épica expedición a la Antártida en 1914. Sentados en la comodidad del salón principal de nuestro crucero atravesamos las mismas aguas por las que Sir Shackleton viajó, al mismo tiempo que vemos el recorrido que hizo en su barco el Endurance hace casi un siglo.

Una mezcla de lluvia y aguanieve cubren las ventanas de nuestras cabinas a medida que avanzamos hacia el sur.

Adaptado del Diario de John Luck
Nov 19, 2009
M/V Clipper Adventurer, Drake Passage.
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